En la tradición del Ashtanga Yoga estilo Mysore, no se practica en días de luna nueva y luna llena debido a la influencia que estas fases tienen en nuestro cuerpo y energía. Al igual que la luna afecta las mareas por su atracción gravitacional, también impacta nuestro organismo, compuesto en gran parte por agua. Durante la luna llena, la energía tiende a estar en su punto máximo, lo que puede generar inquietud o un exceso de fuerza, mientras que en la luna nueva ocurre lo contrario, disminuyendo la vitalidad y aumentando el riesgo de fatiga o lesiones. Al respetar estos ciclos naturales, los practicantes armonizan su práctica con los ritmos de la naturaleza, favoreciendo un equilibrio entre esfuerzo y descanso.